sábado, 2 de mayo de 2020

DIARIO DE CUARENTENA. CAPÍTULO XLVIII


DIARIO DE CUARENTENA
                      CAPÍTULO  xLViiI

Dos patos, una familia de erizos, un gato cojo y un búho.

¿qué tienen en común?

Hace poco escribí que la naturaleza se abre paso.

Conté sucesos que tienen que ver con animales en distintas partes del mundo.

Los dos patos, la familia de erizos, el gato cojo y el búho viven en el jardín de mi urbanización.

Desde hace quince o veinte días vengo observando a un par de patos que se pasan el día en la piscina de mi urbanización.
A lo mejor son los únicos que usan la piscina este verano.

También los veo paseando por el jardín y descansando unas veces al sol y otras buscando una agradable sombra.
Nunca los he visto de noche.

A quien sí veo de noche es a la pareja de erizos.

Curioso.

Antes había tres erizos. Desde el verano pasado, que se hizo una reforma en la piscina, por orden de la Junta de Andalucía (¡cómo no!), solo veo dos.

No podría decir que solo haya dos, sino que yo solo he visto, en todo este tiempo, a dos a la vez.

Curioso.

Estos erizos viven en nuestro jardín desde hace muchos años, tantos que no sabría decir exactamente cuando los vi por primera vez.

Una vez, cuando ya sabía que vivían en el jardín, encontré a uno de ellos en el garaje. Al principio pensé que era uno de los múltiples gatos que usan el garaje para dormir, ya que se suben a los coches y aprovechan el calor de los motores para estar bien calentitos, al menos durante un rato.

Cuando lo vi, después de comprobar que no era un gato, sino uno de “nuestros” erizos pensé que habría que devolverlo al jardín.
¿Pero cómo se coge a un erizo? Yo nunca había tenido a uno tan cerca e imaginaba que sus púas me pincharían.

Así que salí al jardín y cogí del suelo varias hojas muy grandes, de un ficus para poder envolver más o menos al erizo sin pincharme.
Recuerdo que se quedó muy quieto cuando me acerqué. Lo envolví con las hojas y ¡oh sorpresa! Sus púas no pinchaban, estaba suave.
Con cuidado lo llevé al jardín y lo dejé cerca de donde suponíamos que tienen su madriguera.

Desde entonces sigo emocionándome cuando, ya de noche y sin ruido, salen a buscar comida.

¿El gato cojo?

La falta una pata trasera. No sabemos de dónde ha salido, pero seguro que le gusta vivir en este jardín.
Algunos vecinos le echan algo de comida. Otros vecinos les regañan porque no les gusta que esté ese gato callejero en el jardín. Dicen que seguramente tiene pulgas y a saber qué enfermedades.

Hay gente para todo.

Falta el búho.

Aún no lo tengo localizado. Sé por dónde está, puesto que lo oímos ulular (que según el diccionario “ulular” es el ruido que hacen los búhos, las lechuzas y otras aves nocturnas), pero no lo vemos.
Paciencia, que seguro que terminaré viéndolo.

Por ahora estos simpáticos animales nos hacen ver que la naturaleza, si la dejamos en paz, es capaz de sobrevivir por muy malas épocas que hayan pasado.


Querido diario. Patos, erizos, gatos y búhos. Mañana más


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