DIARIO DE CUARENTENA
CAPÍTULO xLViiI
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Dos patos, una
familia de erizos, un gato cojo y un búho.
¿qué tienen en
común?
Hace poco escribí
que la naturaleza se abre paso.
Conté sucesos que
tienen que ver con animales en distintas partes del mundo.
Los dos patos, la
familia de erizos, el gato cojo y el búho viven en el jardín de mi
urbanización.
Desde hace quince o
veinte días vengo observando a un par de patos que se pasan el día en la
piscina de mi urbanización.
A lo mejor son los
únicos que usan la piscina este verano.
También los veo
paseando por el jardín y descansando unas veces al sol y otras buscando una
agradable sombra.
Nunca los he visto
de noche.
A quien sí veo de
noche es a la pareja de erizos.
Curioso.
Antes había tres erizos.
Desde el verano pasado, que se hizo una reforma en la piscina, por orden de
la Junta de Andalucía (¡cómo no!), solo veo dos.
No podría decir que
solo haya dos, sino que yo solo he visto, en todo este tiempo, a dos a la
vez.
Curioso.
Estos erizos viven
en nuestro jardín desde hace muchos años, tantos que no sabría decir
exactamente cuando los vi por primera vez.
Una vez, cuando ya
sabía que vivían en el jardín, encontré a uno de ellos en el garaje. Al
principio pensé que era uno de los múltiples gatos que usan el garaje para
dormir, ya que se suben a los coches y aprovechan el calor de los motores
para estar bien calentitos, al menos durante un rato.
Cuando lo vi,
después de comprobar que no era un gato, sino uno de “nuestros” erizos pensé
que habría que devolverlo al jardín.
¿Pero cómo se coge
a un erizo? Yo nunca había tenido a uno tan cerca e imaginaba que sus púas me
pincharían.
Así que salí al
jardín y cogí del suelo varias hojas muy grandes, de un ficus para poder envolver más o
menos al erizo sin pincharme.
Recuerdo que se
quedó muy quieto cuando me acerqué. Lo envolví con las hojas y ¡oh sorpresa!
Sus púas no pinchaban, estaba suave.
Con cuidado lo
llevé al jardín y lo dejé cerca de donde suponíamos que tienen su madriguera.
Desde entonces sigo
emocionándome cuando, ya de noche y sin ruido, salen a buscar comida.
¿El gato cojo?
La falta una pata
trasera. No sabemos de dónde ha salido, pero seguro que le gusta vivir en
este jardín.
Algunos vecinos le
echan algo de comida. Otros vecinos les regañan porque no les gusta que esté
ese gato callejero en el jardín. Dicen que seguramente tiene pulgas y a saber
qué enfermedades.
Hay gente para
todo.
Falta el búho.
Aún no lo tengo
localizado. Sé por dónde está, puesto que lo oímos ulular (que según el
diccionario “ulular” es el ruido que hacen los búhos, las lechuzas y otras
aves nocturnas), pero no lo vemos.
Paciencia, que
seguro que terminaré viéndolo.
Por ahora estos
simpáticos animales nos hacen ver que la naturaleza, si la dejamos en paz, es
capaz de sobrevivir por muy malas épocas que hayan pasado.
Querido diario.
Patos, erizos, gatos y búhos. Mañana más
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sábado, 2 de mayo de 2020
DIARIO DE CUARENTENA. CAPÍTULO XLVIII
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