sábado, 16 de mayo de 2020

DIARIO DE CUARENTENA. CAPÍTULO LXIII



DIARIO DE CUARENTENA

                         CAPÍTULO  Lxiii



Esta mañana he hablado con mis hijos y hemos quedado en vernos el lunes por la tarde.

Me será difícil eso de ver a la familia y, respetando las indicaciones del confinamiento, no abrazarlos, besarlos y todo eso que se hace cuando se junta la familia.

Estoy deseando reunirlos en mi casa; preparar una buena cena, hablar con ellos mirándoles a los ojos, y no a una pantalla, contarnos las últimas novedades de nuestras vidas confinadas, de nuestros trabajos, los que aún tenemos trabajo, claro, o de lo que sea.

Estoy deseando y a la vez temblando.

Después de hablar con la familia hemos decidido salir a dar un paseo.

Hemos he ido a la playa.


¿Atrevimiento? ¿Valentía? ¿Insensatez?

De todo un poco.

Al llegar decidimos acercarnos a la orilla, ya que casi no había nadie paseando al lado de las olas.

Por un momento se me olvidó todo lo negativo de esta cuarentena.
Cerca del mar, paseando tranquilamente, respirando aire limpio y fresco, hablando del futuro cercano, planeando cuándo iríamos a Jaén, a ver a los abuelos y qué haríamos allí. ¿Se puede desear algo más?

Desear se pueden desear muchas cosas más, pero desear esas cosas que parecen insignificantes, esas que hemos disfrutado sin valorarlas, esas que de ahora en adelante las vamos a tener siempre presente, esas son las importantes. Por ejemplo, disfrutar de la familia, hablar con los conocidos, pasear cuando y donde queramos, etc.

Hemos vuelto cansados y también algo asustados ya que no sabemos con qué clase de personas nos cruzábamos. Será la falta de costumbre eso de dar un paseo tan largo.

Tal vez volvamos a repetirlo. Tal vez.


Querido diario. Lunes noche, reunión familiar. Mañana más.


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