DIARIO DE CUARENTENA
CAPÍTULO LIV
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Hoy ha sido un gran
día. Al menos para mí.
Empecé el día muy
temprano. Tenía que amasar pan.
Todos tenemos mil
historias que contar, pero, ahora que lo pienso, yo nunca les he contado a
mis hijos aquella época en la que estuve trabajando en una panadería allá en
el pueblo de Jaén donde me crié.
Necesitaba dinero
para pagarme una excursión y mi padre me consiguió entrar a trabajar, durante
el tiempo que tardara en ganar lo que necesitaba, en una de las dos panaderías
que había en el pueblo.
No era mi primer
trabajo remunerado, pero sí el primero que hacía fuera del ámbito familiar.
Mi padre habló con
el dueño de la panadería “Almagro” y me contrató de “traidor”:
- ¡Estudiantillo! Me llamaba. -Tráeme esto.
Al rato. -¡Estudiantillo! Volvía a llamarme: -Tráeme aquello.
Me pasaba la noche
trayendo cosas.
¿Qué no te he dicho
que el trabajo era por la noche?
Pues ya lo sabes. Empezábamos
a las 12 en punto de la noche y estaba en la panadería hasta las 7 de la
mañana.
Mientras que no “traía”
nada me mandaban ir a por harina, a traer leña del patio para meterla en el
horno o a preparas las canastas de mimbre (que dice el diccionario que “mimbre”
es cada una de las varitas delgadas y flexibles que produce la mimbrera, y
que se emplean en trabajos de cestería) donde después irían los panes, barras
o roscas de pan y lo mejor de lo mejor las riquísimas tortas de manteca con
mucho azúcar por encima, entre otros productos de la panadería.
(se me cae la baba
nada más que de pensarlo).
También tenía que
barrer la zona de venta del pan, limpiar las estanterías y cosas de esas.
¿Tampoco te he dicho
que tenía diecisiete años y que estudiaba COU? ¿COU es algo parecido a 2º del actual
bachillerato).
No sé si para bien
o para mal, aquel trabajo me duró poco.
Apenas medio mes. Lo suficiente para
conseguir ese dinero que necesitaba.
El panadero no dijo
nada de que siguiera trabajando allí. Mi padre tampoco dijo nada de que
siguiera trabajando allí y yo tampoco dije nada para seguir trabajando allí.
Creo que fue la
única vez que estuve de acuerdo con mi padre en esa época (y en otras
muchas).
Ahora mismo son las
23:45 del día 7 de mayo de 2020.
Lástima.
Quería contar lo bien
que me he sentido al poder ver y hablar con algunos padres y madres de mi
clase.
Tampoco voy a tener
tiempo de contar lo orgulloso, contento y feliz que me puse al hacer yo solo
la ficha de ciencias naturales. Todo. Lo he hecho yo solo de principio a fin.
(Y hay que usar el inglés. Y yo de inglés no es que vaya mal, no, es que no
voy)
Ha sido mi primera
ficha. Y la he dejado para que cualquier profesor de cualquier parte del
mundo pueda usarla.
¿Puede estar
alguien más a gusto consigo mismo que yo en el día de hoy?
Jo pues claro.
Habrá millones de
personas en todo el mundo saboreando su logro diario.
Pero este que he
pasado yo hoy, este, nadie me lo quita.
Y, para terminar,
antes de cenar he visto salir la luna. Te la regalo
Querido diario. Hoy
he sido muy feliz. Mañana más. (¿pero mejor?)
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jueves, 7 de mayo de 2020
DIARIO DE CUARENTENA. CAPÍTULO LIV
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