jueves, 21 de mayo de 2020

DIARIO DE CUARENTENA. CAPÍTULO LXVIII


DIARIO DE CUARENTENA

                         CAPÍTULO  LxVIII


La naturaleza sigue abriéndose paso.

La pareja de patos ya no vive en nuestro jardín. Ya no están. No los vemos ni volando por encima de la urbanización, como hacían al principio, antes de instalarse.

Tampoco creo que vuelvan.

Ha llegado una gaviota y los ha echado de la piscina.

La gaviota le cae mal a todos los vecinos. Normal.

A casi todo el mundo les gusta más la pareja de patos que la gaviota.

Estoy de acuerdo con mis vecinos. Prefiero los patos a la gaviota.

El búho.

Un vecino dice que no es un búho. Dice que es una lechuza.

Yo no discuto esas cosas. No las discuto porque no sé si es un búho o una lechuza.

No entiendo, por el sonido, de qué ave nocturna se trata.

Él está seguro; seguro no, segurísimo.

Cuando alguien asegura cosas de ese tipo me siento un analfabeto de la vida.

¿Cómo es que no he aprendido a distinguir el ulular de un búho del de una lechuza?

No estuve fino ni ágil cuando mi vecino sacó pecho afirmando que era una lechuza.

Si yo hubiese estado más atento a la jugada le podría haber dicho algún comentario sobre los “graznidos” de las aves nocturnas para ver si lo pillaba.

Yo sé que las aves nocturnas “ululan” y que los cuervos “graznan”, pero sigo siendo un inculto por no distinguir un búho de una lechuza cuando ululan.

Tendré que pedir responsabilidades a alguien.

Pero te voy a decir una cosa: seguro que mi vecino, porque lo conozco, no tiene a quien contarle todas estas cosas que hacen de él un ser superior.

Aun así, no me cambio por él por nada en el mundo.

Tengo que añadir: y a mí, quien no me conozca, que me compre.


Querido diario. ¿Y qué más da? Mañana más.


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