DIARIO DE CUARENTENA
CAPÍTULO LV
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Hoy, según mi
agenda, nos quedarían treinta días exactos de ir al cole.
También según mi
agenda, casi tendríamos terminado todo el temario de este curso, ya que
deberíamos estar preparando el fin de etapa de todos los niños y niñas de
sexto.
Se supone que el
paso de primaria a secundaria es una de las cosas más importantes en la etapa
de estudiantes de cualquier persona.
Pero no solo es por
el cambio de etapa educativa, no. Es por todo lo que hacen por primera vez:
El inolvidable
viaje fin de curso. La ceremonia de graduación. La entrega de becas (las
bandas de algún color llamativo para recordar ese día). La orla. La fiesta de
fin de curso. La despedida del colegio.
Y me atrevería a
añadir que una vez empezado el curso en el instituto, el primer día que
vuelven al colegio, aprovechando que “pasaban por ahí”, para saludar a su
antiguo, y por ahora querido e inolvidable, tutor y a otros profesores.
Posiblemente hoy
sea un día para ser negativo, para lamentar lo que hemos perdido, para
lamentar lo que ya no vamos a hacer.
Posiblemente yo, egoísta
que soy, tenga muchas razones para lamentar todo esto que el pu…. virus me ha
quitado.
Pero no quiero
pensar en mí.
Lamento
profundamente no pasar con mis niñas y niños unos días de excursión en un
ambiente distendido y alegre. Divirtiéndonos y disfrutando de poder estar
juntos sin tener que estar regañando, ni por supuesto castigando, ni
enfadándonos.
No me queda más
remedio que imaginármelos todo guapetones y guapetonas el día de la
graduación. A lo mejor hasta yo también estaría guapo, con traje y corbata, recién
peinado y afeitado.
Pensaré en ellas y
ellos en el auditorio de Torremolinos, oyendo los discursos que les íbamos a
dedicar. Subiendo al escenario a
recoger el diploma de su paso por primaria en el Colegio San Miguel. Abrazos
y besos a mogollón al terminar el acto.
Voy a echar de
menos, mucho, que la orla no sea todo lo bonita y bien hecha que se merecen;
me quedará, nos quedará, el consuelo de que al menos hemos hecho una, aunque
de esta manera.
Prometo que me voy
a esforzar todo lo que pueda y más para que me salga lo mejor posible.
Se van a perder una
gran fiesta de fin de curso. Sé que este año iba a participar, en su baile, su
tutor. Lo sé porque me lo ha dicho un pajarito.
Seguramente hubiese
sido una tarde muy emocionante, ya que sería, más o menos, como el acto que
supondría el decirnos adiós.
Y seguramente más
emocionante sería el último día, el de la entrega de notas y el adiós
definitivo a la etapa de primaria. Sé que ese día, al menos para mí, iba a
ser uno de los más tristes de mi vida. Despedirme de “mis niños y niñas” se
iba a convertir en un rato de dolor y llanto.
Bueno, no tiene
mucho mérito saber que lloraría hasta lo inimaginable. Mi madre, al igual que
todas las madres son adivinas y saben las cosas que nos van a pasar mucho antes
de que sucedan, mi madre me decía que yo era de lágrima fácil. A veces cuando
había “algo” especial o distinto me decía: - “Danielico, no vayas a llorar,
eh”.
Ya la estoy oyendo.
Pero no tengo más remedio que decirle: - “¿y qué quieres que haga, mamá, sino
me puedo aguantar?”
Pues eso.
Querido diario. No
va a pasar. Mañana más.
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viernes, 8 de mayo de 2020
DIARIO DE CUARENTENA. CAPÍTULO LV
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