jueves, 9 de abril de 2020

DIARIO DE CUARENTENA. Capítulo XXVI



DIARIO DE CUARENTENA

                                  CAPÍTULO  xXVI


No pretendo dar una lección de historia, Dios me libre. 

Pero es que hoy no puedo aguantar más y, después de haberme tragado el debate del Congreso de los diputados de esta mañana, voy a decir algo para ilustrar a algunos sobre la sociedad actual.

En la antigua Roma existían tres clases sociales: patricios, plebeyos y esclavos. Esto es, al menos, lo básico que se enseña en el colegio.

Añadiré, aunque pueda estar equivocado, que además estaba en Emperador, absolutamente por encima de todos, los libertos y los clientes.
Las mujeres constituían otro grupo social aparte.

No voy a hablar de ninguno de ellos en general. 

Voy a señalar que dentro de cada uno de estos grupos existían otros muchos subgrupos o categorías y ahí es donde sí voy a mencionar a dos categorías.

MAGISTER: “maestro”. De muchos tipos. Puede traducirse como el que más sabe.

MINISTER: ”el menor” De un solo tipo. Puede traducirse como el más ignorante, el que menos sabe.

Estas dos palabras han evolucionado hasta la actualidad para convertirse en MAGISTERIO (MAESTRO) O MAGISTRADO  y  MINISTRO respectivamente.

Maestros hay de muchos tipos: ingenieros, médicos, profesores, cocineros, astrónomos, científicos….  “Maestras” hay muchas: ingenieras, profesoras, cocineras, astrónomas, científicas…

Perdón, pero mi vanidad me empuja a hablar hoy de los maestros de los colegios, maestros como por ejemplo yo.

Los maestros de hoy en día, para poder ejercer su profesión tienen que haber estudiado, desde la educación primaria hasta la carrera universitaria. Tienen que pasar muchísimas horas delante de libros y perder muchas horas de sueño con esos libros. Tienen que hacer una oposición, donde competirán con otros miles de futuros maestros para obtener una plaza y posteriormente un año de prácticas para, una vez superadas, poder disfrutar de su profesión.

Pero ¿y los ministros de hoy en día?

Ser ministro es muy fácil. 

Para eso solo tienes que haber sido político.

Para ser político no tienes que haber estudiado nada, ni la enseñanza primaria, no tienes que haber ido a la universidad, no tienes que competir con nadie por una plaza en tu partido y por supuesto no tienes que haber superado una oposición ni hacer prácticas.

Para ser político solo tienes que ser amigo de otro político que te introduzca en el “ambiente”. Tienes que saber hacer la pelota a tus superiores para ir ascendiendo y por supuesto tienes que lamerle el cu  (cu, cuida ese lenguaje, Daniel) a tu jefe para seguir ascendiendo y llegar, algún día, a ser un político en el Congreso de los Diputados.

Después de todos estos esfuerzos y sacrificios puedes llegar a ser ministro, si tu jefe político es nombrado Presidente del gobierno, no porque lo diga el pueblo con sus votos, no; sino porque pacte con otros políticos para ser elegido presidente.

Tendré que contarte querido diario, algún día, qué es la democracia. Al menos la democracia española.

Hoy, en el congreso los políticos han hablado con unas palabras que ya las quisiera yo para mí. Pero solo son palabras.

¿Gestos? Ninguno. No renuncian ni a un euro de sus elevados sueldos, no, elevados no, elevadísimos sueldos.

¿Trabajo? Ninguno. El Congreso estaba vacío, bueno, casi vacío. Pero cobran como si estuviesen allí.

Hasta donde yo sé, quien no trabaja no cobra. O al menos no cobra su sueldo íntegro.

Pero ellos sí.

Algo está al mal. Algo falla.

Ya sé que el capítulo de hoy es demasiado corto para tantas cosas que hay que decir. Puede ser otro día diga algo más de políticos y sus palabras. Puede.

Querido diario. Yo soy maestro.  Mañana más.

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