lunes, 27 de abril de 2020

DIARIO DE CUARENTENA. Capítulo XLIV



DIARIO DE CUARENTENA

                          CAPÍTULO  xLIV


Algunos días, como el de hoy, es mejor olvidarlos; o al menos dejarlos de lado.

Hace unos días hice referencia a una “coña” (no, coña no es una palabrota; el diccionario dice que “coña” es una guasa, una burla disimulada y también una cosa molesta) referente a lo que nos dice la asamblea de majaras sobre lo que tenemos que hacer: que hoy hacemos esto o no, mejor lo otro, o si no, sí, lo hacemos, o si no, que cada uno haga lo que quiera, o si no, que no lo hagan. Y así nos va.

Pero llegado a este punto de nuevo, no quiero hacerte perder el tiempo. Hoy no.

Hoy quiero contarte eso de los animales.

¿Animales?

Sí. Animales animales. Animales de cuatro patas (para generalizar, aunque algunos tengan solo dos para andar o posarse y otras dos, convertidas en alas, para volar).

Hace ya bastante tiempo en una película alguien dijo:

   - La naturaleza, que se abre paso.

 ¿En qué película lo decían? Eso lo dejo en el aire. Pero si alguien lo sabe que me lo diga, que ya le diré si está en lo cierto o equivocado.

En estos días en que las gentes, mayoritariamente, están confinadas en sus hogares, la naturaleza está recuperando parte de lo que le hemos quitado:

El aire está más limpio, el mar (la mar) menos contaminado, los animales recorren los espacios que alguna vez fueron suyos.
Y ahí es donde quería llegar.

En estos días se han visto animales salvajes dentro de las ciudades, recorriendo sus calles sin temor alguno, pues nadie se mete con ellos.

Hemos visto imágenes de jabalíes buscando comida dentro de muchas ciudades; hemos visto flamencos en la playa; hemos visto un cóndor en una terraza intentando atrapar a un perrito que había dentro de una vivienda; hemos visto pavos reales tranquilamente en medio de una calzada; hasta hemos visto un zorro rojo en Torremolinos.

Mira tú por dónde, que esto de que las personas no puedan salir (que nadie se ría) le está viniendo muy bien la naturaleza.

Y ya puestos, y viendo estos buenos resultados con la naturaleza, podrían ordenar que una semana al año, o dos, todo el mundo se quedara en sus casas sin salir para nada. 

Sin obligaciones de ningún tipo.

Todo el mundo preparado con bastantes alimentos, bien conectados a una TV o a internet (gratuito para todos), con bastante papel higiénico (por si acaso) y dejar que en esas dos semanas o así la naturaleza pueda respirar.

¿Lo he dicho de coña o lo he dicho en serio?

Como dice aquel: - Yo ahí lo dejo.


Querido diario. La naturaleza está viva.  Mañana más.


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