domingo, 26 de abril de 2020

DIARIO DE CUARENTENA. Capítulo XLIII



DIARIO DE CUARENTENA

                          CAPÍTULO  xliII


Reír y llorar. Así es la vida.

Hoy mi calle parecía el día de reyes.

Un montón de niños y niñas con patines, pelotas, bicis, muñecas, paseando con su madre o su padre.

Casi nadie con alguna medida de protección, ni guantes ni mascarillas.

Pero eso es como todo: quien la lleva la entiende.

Y ¿quién mejor que los padres para saber qué es lo mejor para sus hijos?

Imagino que al ser el primer día lo habrán cogido con ganas. Salir a cualquier precio, de cualquier manera.

También imagino que mañana, pasado y después serán más sensatos y saldrán tomando las medidas necesarias para volver a casa sanos y salvos, como suele decirse.

No soy yo el más indicado para decirle a nadie lo que se debe o no hacer. Pero sabiendo lo que sabemos ¿lo están haciendo bien? O será que les da igual.

Esto es lo que me hace llorar.

Menos mal que ha habido un buen rato para reír.

Creo que voy a tener que aprender idiomas, concretamente el tategués.

Pasmado estás.

¿No sabes lo que es el tategués?

El tategués es el idioma que habla mi nieta Daniela.

Está aprendiendo a “hacer ruidos” con la boca.

Cualquier cosa que le digas contesta “ta – ta –te –te”, o casi. Y a veces contesta con “ga”

- ¿Quieres agua?   Ta- ta. Contesta.

- ¿Dónde está el chupe?  Ta – ta –te –te. Contesta

- ¿Y tu hermana? Ta – ta.

Y si le dices - ¿Qué haces? Como la pilles de buenas te dice: -Ta- ta-te-te-ga-ga-ta-ta.

¡Increíble!, ¡Qué facilidad de palabra! ¡Qué bien se expresa!

La hemos visto hoy hacer mohines (que, según el diccionario, “mohines” es hacer gestos con el rostro con el que se expresa desagrado o enfado, especialmente el que se hace con los labios), decir adiós, hacer un gesto típico que hacemos toda la familia con el brazo para saludarnos, intentando hacer ruido con un dedo dentro de la boca.

Nos hemos hartado de reír con la nieta. Y un poco de lágrimas, claro, por no tenerla con nosotros, por no poder abrazarla ni poder comérnosla a besos, estando a unos pocos kilómetros de separación.

Pero felices, muy felices, de poder verla en el teléfono.

Así es la vida: reír y llorar.


Querido diario. REÍR y llorar.  Mañana más.




No hay comentarios:

Publicar un comentario