lunes, 30 de marzo de 2020

DIARIO DE CUARENTENA. CAPÍTULO XVI



DIARIO DE CUARENTENA
                                   CAPÍTULO  xVi


Hacía tiempo que no hablaba con mi vecino Dick.

Dick es holandés. Lleva en España muchísimos años. Habla español casi perfectamente; cuida sus plantas a diario; monta en bicicleta para pasearse o para ir a la compra (bueno, ahora no, casi no sale, como todos); me dice que está aprendiendo francés y que le encanta jugar al ajedrez. 
Me ha invitado a jugar al ajedrez con él un montón de veces. Lástima que yo solo sepa mover las piezas, Soy un pésimo jugador de ajedrez.

Diríase que Dick es un tipo normal. Sería así si no fuese por su edad. Tiene noventa y tres años. Sí, querido diario, has entendido bien. Noventa y tres años.

Lo que más me llama la atención de Dick no es lo que te he contado, sino que esta es la segunda vez que está en cuarentena en su vida.
La primera vez fue hace muchos años, más de cincuenta. Demasiados años.

Él, según me ha contado, era marino mercante. Trabajaba en un barco. Él dice que ese trabajo y estar de cuarentena es casi lo mismo y que algunas veces se pasaba cinco o seis meses sin poder desembarcar.

Pero esa no era la cuarentena que tuvo que pasar. Fue en Indonesia y le pilló una epidemia tal como esta. Me contó que estuvo en un camarote minúsculo sin poder salir casi dos meses.
La cuarentena de ahora, dice Dick, no es nada en comparación con la anterior.

Bravo por Dick. Bravo por sus noventa y tres años. Bravo por usar la bici con sus años. Bravo por haber aprendido nuestro idioma. Bravo por tener, aún, muchas metas por conseguir. Bravo por ser mi vecino.

Querido diario. Mi vecino se llama DICK, con mayúsculas.             Mañana mas

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