sábado, 6 de junio de 2020

DIRIO DE CUARENTENA. CAPÍTULO LXXXIV



DIARIO DE CUARENTENA

                    CAPÍTULO  LxxxIV


De todos los trabajos, o como se les quiera llamar, que se hacen en las casas o viviendas de cada familia, el que menos me gusta hacer es pintar.

No me gusta pintar, no se me da bien. Me pongo malo cada vez que hay que pitar.

Odio pintar.

Hace unos días pintamos la terraza. De color blanco, por supuesto.

 Estamos cerca del Mar Mediterráneo y el color que mejor le va al azul del cielo o al azul del mar es el blanco. No hay duda.

La terraza no es muy grande, más bien pequeña, pero es la que hay.

Tardamos poco en pintarla. En una tarde la hicimos.

Quedó estupenda. Blanca inmaculada, como se dice.

¿Ha durado mucho?

A mitad de esta semana una gaviota, espero que no sea la que se ha apropiado de la piscina, hizo sus necesidades en el poyete de la baranda. Se cagó, vamos.

¡En mi vida he visto una cagada tan grande!

Manchó el poyete, la baranda, el suelo, la mesa, los sillones, la pared de enfrente y hasta los cristales que separan la terraza del salón.

Sin exagerar. Pedazo de cagada.

Me ofrecí voluntario a limpiarlo todo. ¿En qué estaría yo pensando?

Todavía tengo náuseas de pensarlo.

Pasapalabra.

Hoy hemos pintado la baranda, de “azul luminoso”, que es el color que propuso la comunidad para todos los hierros que den al exterior.

Bueno, lo de hemos es un farol, porque yo no he pintado.

Ha pintado mi mujer mientras yo chapuceaba algunas cosillas que habían quedado pendientes en la terraza.

He repasado de blanco las manchas de la cagada de la gaviota. Las he repasado dos veces y ¡no se van! Mañana volveré a repasarlas. 

¿Pero qué cagan esos bichos?

Cuando hemos terminado, le he ayudado a recoger y ¿cómo me las habré apañado para parecer un pitufo, de la cantidad de manchas azules que llevaba en las manos?

¿Ves? Esa es mi relación con la pintura.


Querido diario. No me gusta pintar. Mañana más


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